Mariano Torres

La lección que me enseñó a confiar en mí mismo como manager

Los mejores líderes no se ven a sí mismos como héroes.

No sienten que estén haciendo algo épico o extraordinario.

Se ven como habilitadores, como una bisagra entre sus equipos y el valor que entregan.

Esto es lo que sentí cuando lideré a mi primer equipo.

Sentía un orgullo inmenso:

👉 Orgullo de mi equipo, por su talento y dedicación.

👉 Orgullo de pertenecer a un entorno tan especial.

👉 Y, sobre todo, orgullo de saber que mi rol era ayudarles, habilitarlos para lograr cosas increíbles.

Sus logros eran los míos.

No era yo quien hacía las tareas, pero sentía que aportaba algo importante al crear el espacio para que ellos pudieran alcanzar sus objetivos.

Es como conducir un coche: Tú lo guías, pero es el coche el que se mueve, el que te lleva a tiempo, el que si no funciona, te deja parado en el camino.

Aunque comparar a un equipo con un coche puede parecer poco elegante, esa es exactamente la sensación que tuve.


Del entusiasmo al agotamiento

Al principio, estaba lleno de entusiasmo. Quería hacerlo todo perfecto.

Hacía horas extras constantemente, solo para sentirme preparado para ayudar en cualquier momento, para tener la sensación de tenerlo todo bajo control.

Pero esa emoción inicial se fue transformando en algo diferente.

Primero estrés. Luego agotamiento.

La carga de trabajo no disminuía.

Mis días estaban llenos de reuniones, mensajes urgentes y problemas que parecían no tener fin.

Mi cuerpo empezó a dar señales de que algo no iba bien. Hasta que un día, caí enfermo. Me hospitalizaron.


El momento que lo cambió todo

Este fue el punto de inflexión.

Recuerdo estar en la cama del hospital, preguntándome: “¿Vale la pena esto?”

Ahí entendí que mi ritmo no era sostenible. Que no podía seguir cargando todo sobre mis hombros, por más buenas intenciones que tuviera.

Había intentado ser el mejor líder que podía, pero lo estaba haciendo de la manera equivocada.

Intentaba hacerlo todo yo mismo, sin delegar, sin soltar el control, cargando el peso de todo mi equipo sobre mis hombros.

Por volver a la metáfora: No intentaba mejorar el coche, sino estar en todo en la conducción.

  • No tenía cuentakilómetros: «no pasa nada, ya los cuento yo.»
  • No tenía retrovisores: «no pasa nada, ya giro la cabeza yo.»
  • No tenía GPS: «No pasa nada, ya voy mirando el mapa yo.»

Ahí entendí algo que cambió mi perspectiva para siempre:

👉 Ser un buen líder no significa hacerlo todo tú mismo.

👉 Significa construir un equipo fuerte, autónomo y motivado, y confiar en ellos para avanzar juntos.


Las lecciones que aprendí

1️⃣ Liderar no es saberlo todo

Al principio, pensé que debía tener todas las respuestas.

Pero aprendí que liderar significa confiar en el conocimiento colectivo del equipo y aprender juntos en el camino.

2️⃣ Delegar es clave

Transferir responsabilidad no es una debilidad, es una fortaleza.

Cuando permites que tu equipo tome decisiones y sienta la propiedad de su trabajo, no solo liberas tu tiempo, sino que fortaleces su confianza.

3️⃣ Cuidar de ti mismo no es egoísta, es necesario

Un líder agotado NO es un líder efectivo.

Aprendí a bloquear tiempo para pensar estratégicamente, a decir “no” a tareas que no aportan valor y a establecer límites claros para proteger mi salud.


Por decirlo de otro modo

Durante mi tiempo en el hospital, reflexioné e incluso compuse una poesía de la experiencia:

«El tiempo de calidad es algo muy necesario. Si te lo quita el día a día, lucha por recuperarlo.

Tiempo para reflexionar de si te gusta el trabajo, y si ves que no te gusta, puedes mandarlo al car*jo.

Y si te gusta, te quedas y das lo mejor de ti, pero no te olvides de ahí fuera, ¡acuérdate de vivir!

Lo importante no es el tema o alguna idea inteligente, lo que de verdad importa son las personas presentes.

La intención no es ofender, sino repensar la vida: las cosas más importantes van más allá de la oficina.«


Liderar con confianza

Hoy, entiendo el liderazgo desde una perspectiva diferente.

No se trata de cargar todo el peso, sino de habilitar a los equipos para que crezcan y brillen.

El liderazgo no es una carrera de resistencia.

Es una carrera de relevos. Necesitas:

  • Confianza,
  • Comunicación y
  • Sincronización con tu equipo.

Tu camino como líder

Si alguna vez te has sentido como yo, recuerda esto:

No tienes que ser perfecto para ser un buen líder.

Solo tienes que estar dispuesto a aprender, adaptarte y confiar en los demás.


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